La sexualidad es un factor importante de nuestro bienestar que se nutre tanto de la salud física como de la mental. Factores como una alimentación saludable, ejercicio regular y una correcta hidratación pueden impactar positivamente nuestra sexualidad. Por otro lado, factores emocionales como duelos, depresión o ansiedad pueden dificultar nuestra relación con el placer.
La plenitud sexual es un espacio que invita a la autenticidad y a la comprensión, y a reconocer que las condiciones propias y de nuestra pareja cambian. A lo largo de la vida es normal experimentar fluctuaciones en el deseo, en los gustos y en las posibilidades de abordar nuestra sexualidad, pero, ¿qué sucede cuando ocurre un cambio que reajusta por completo nuestra relación con el placer?
Médicamente se conocen como disfunciones sexuales a las dificultades que enfrenta una persona para acceder al acto sexual, y la mayoría se deben a una combinación de factores psicológicos y físicos2. Las disfunciones pueden ser divididas en cuatro tipos1:
Todas estas respuestas fisiológicas están acompañadas de un matiz emocional. Sin embargo, puede ocurrir que sean la consecuencia de otra enfermedad física, como la diabetes, por ejemplo1. Tanto hombres como mujeres podemos experimentar una de estas dificultades en algún momento de la vida, o incluso puede que nos relacionemos con una persona que enfrente una de ellas. Por eso es importante comenzar a extender el espacio que entendemos como disfrute sexual.
La vida de una pareja puede cambiar enormemente con la presencia de una disfunción sexual, pero hay soluciones. Lo primero que debemos saber es que hay especialistas que apoyan en estos procesos, y es importante acudir a ellos. Ginecólogos, urólogos, psicólogos y sobre todo sexólogos son los guías en esta travesía.
Entre las posibilidades de un tratamiento están ejercicios físicos, terapias específicas o en algunos casos medicamentos. La confianza de tratarlos con un especialista es vital, y los autodiagnósticos deben evitarse
La comprensión y la paciencia son fundamentales para las parejas que enfrentan dificultades de este tipo, no pensar que el asunto corresponde solo a la persona con el diagnóstico, sino verlo como algo que manejan juntos.
En la búsqueda de una nueva forma de practicar su sexualidad debe existir apertura. Por ejemplo, pensar en el acto sexual como algo más que la penetración puede ayudar a que ambas partes se suelten y exploren con disfrute.
Llevar un proceso amable, acompañado por especialistas y con la consciencia de que hay posibilidades, es lo mejor que puede hacerse en esta clase de situaciones. La comunicación puede ser difícil por el estigma que significa para hombres y mujeres el tener una disfunción, pero entendiendo que los procesos no son lineales y que las alternativas existen, puede llegarse a nuevos lugares y a reconciliarse con el placer.
Consulte a su médico.
Fuentes: